Escritor español, nacido en Villanueva
de Arosa (Pontevedra) el 28 de octubre de 1866 y fallecido en Santiago de
Compostela el 4 de enero de 1936. Procedente de familia de noble abolengo,
aunque ya no gozaba de buena situación económica. Entre sus antepasados
ilustres se encontraba Francisco de Valle Inclán de quien toma su nombre
artístico.
Valle-Inclán inicia su formación bajo la tutela de su padre
y el catedrático Jesús Muruáis ejerció sobre él una gran influencia en los
primeros años. Posteriormente se matricula en la facultad de leyes de Santiago
aunque más que a los estudios, se dedica fundamentalmente a participar en los
círculos culturales gallegos. A la muerte de su padre, se traslada a Madrid y
allí continúa su incipiente labor literaria.
En 1892 se traslada a Méjico. Allí
ensaya diversos oficios y retorna sumido en la más absoluta de las pobrezas, a
su país natal. Valle no dejó nunca de viajar: en 1918 recorrerá América del Sur
con una compañía de teatro. Cuatro años más tarde regresa a México y recorre
Cuba. Salvo un viaje de Ramiro de Vaeztu, Valle- Inclán es el único de su
generación que conoce América directamente. Por eso mismo es Valle el único de
sus contemporáneos que puede elaborar y relativizar el alcance de la pérdida
del Imperio no sólo desde el punto de vista peninsular sino desde el punto de
vista de las antiguas colonias. Valle Inclán representa, frente a la línea de
la Generación del 98 propiamente dicha –Unamuno, Azorín, Antonio Machado…-una
tendencia más esteticista y complacida en efectos de lenguaje y forma- es
decir, lo que se ha llamado en literatura modernismo-.
No se trata, sin embargo, de un vacío estilismo; en el trabajo de taracea de
Valle-Inclán, e incluso en su curiosa y extravagante personalidad, rodeada por
él mismo de fabulosos embustes, había un designio moral en la búsqueda de
refinada perfección, siquiera el arte. El escritor escapa a su tiempo y supera
con su labor los “estilos” de la literatura hispana de su época, para
convertirse en anunciador de corrientes renovadoras y vanguardistas. Podemos
decir de él que vivió intensamente la literatura y “literaturizó” su vida.
En 1896 Valle se instala en
Madrid. Son los años del Desastre pero también un tiempo fecundo en talentos
literarios en el que se practica e idealiza la vida bohemia marcada por
tertulias, dificultades económicas. Entre los contertulios de nuestro escritor
destaca lo más representativo de la intelectualidad de la época: Benavente, los
Baroja, Azorín. Se convierte en un personaje famoso y la fama de sus anécdotas
se extiende por los ambientes culturales madrileños.
Tuvo tres hijos de su esposa Josefina Blanco. En 1929 la dictadura de primo de Rivera lo encarceló. Debió esperar el advenimiento de la Segunda República para que, en 1933, se le nombrara director de Escuela de Bellas Artes de España en Roma. Tres años más tarde muere en Santiago de Compostela.
Tuvo tres hijos de su esposa Josefina Blanco. En 1929 la dictadura de primo de Rivera lo encarceló. Debió esperar el advenimiento de la Segunda República para que, en 1933, se le nombrara director de Escuela de Bellas Artes de España en Roma. Tres años más tarde muere en Santiago de Compostela.
La personalidad de Valle-Inclán
es sumamente compleja: soñador, aficionado a los cuentos y leyendas galaicas, a
las gestas heroicas y a los ideales utópicos, enemigos de toda vulgaridad y
oportunismo.
Se sentía atraído por lo
irracional y esotérico. Es sus obras nos ha dejado abundantes muestras de su
interés y fascinación por los fenómenos sobrenaturales y la cábala. En muchos
aspectos es un típico escritor de fin de siglo pero siempre original.
Con su curioso ceceo llevaba la
voz cantante en las tertulias y le gustaba mostrarse independiente y altivo
como un “enfant terrible” que se distinguía además por su vestimenta. Para
Gómez de la Serna, “era la mejor máscara que cruzaba la calle de Alcalá” y el
dictador Primo de Rivera lo calificó de “eximio esritor y extravagante
ciudadano”. En conjunto, como han destacado muchos de sus contemporáneos, llevaba
“una vida teatral que se desarrollaba detrás de una máscara”.
Me ha impactado este párrafo: "No se trata, sin embargo, de un vacío estilismo; en el trabajo de taracea de Valle-Inclán, e incluso en su curiosa y extravagante personalidad, rodeada por él mismo de fabulosos embustes, había un designio moral en la búsqueda de refinada perfección, siquiera el arte. El escritor escapa a su tiempo y supera con su labor los “estilos” de la literatura hispana de su época, para convertirse en anunciador de corrientes renovadoras y vanguardistas."
ResponderEliminar¿Sabes exactamente lo que quiere decir, enamorada de la taracea?