Podríamos agrupar la obra de Valle-Inclán en dos etapas: la
modernista y la esperpéntica:
Etapa modernista.
El autor cultiva los tres grandes
géneros tradicionales: narrativa, lírica y teatro aunque con frecuencia no se
ajusta a lo perceptivo en cada uno de ellos. Su prosa tiene profundos rasgos
líricos, su teatro presenta descripciones y acotaciones propias de la novela,
etc.
La obra narrativa desde la colección
de cuentos Feminas (1985) hasta la
publicación de Sonata de otoño
(1902)- considerada desde el principio una obra maestra-supuso el despegue
definitivo del escritor gallego. Este éxito se vio confirmado con las tres
sonatas restantes.
La trilogía sobre la guerra carlista
(1908-1909) reafirma el reconocimiento de Valle Inclán como gran escritor si
bien la transformación de su prosa modernista hacia el esperpento se va
operando desde Los cruzados de la causa.
El resto de las obras de esta trilogía y el paso al esperpento narrativo será
ya total con Tirano Banderas (1926)
en la que hace una crítica feroz de una dictadura latinoamericana arquetípica y
la serie inconclusa de El ruedo ibérico
(1927-28), ciclo narrativo que da una visión grotesca de la reina Isabel II y
su “corte de los milagros”.
Valle publicó también cuentos y
relatos de horror y de misterio que reunió en libros como Jardín umbrío y un
ensayo de estética simbolista: La lámpara maravillosa (1916) que ocupó
el primer volumen de su Opera omnia.
En general, tanto las Sonatas como los
relatos se inscriben plenamente en la estética modernista. Como señala Fernández
Almagro “busca, dentro de la tradición castellana, ritmos nuevos, imágenes de
primera mano y palabras que sorprendan”. Se percibe “un gusto por lo exótico,
lo pintoresco y lo raro, lo exquisito, trabajado y suntuario, y, especialmente
en las Sonatas, es patente el influjo de D’Annunzio, Barbey d’Aureville y Eça
de Queiroz.
El decadentismo modernista alcanza su
plenitud en las Sonatas, Memorias amables del marqués de Bradomín en las que
juega un papel trascendental el erotismo decadente. Bradomín se autodefine
“sentimental” aunque la mayor parte de los críticos dudan de ello. Proliferan
los rasgos decadentes y los toques de perversión: asociación deleitable de
amor/muerte, satanismo/religión, esteticismo/sensualidad.
En general, en su prosa modernista
Valle busca el principio pamasiano “del arte por el arte” y practicar “el culto
simbolista de la alusión y de la sensación”. Hay una búsqueda continua de la
musicalidad al estilo de R. Darío y una huída consciente y continua del
realismo y el utilitarismo.
En 1904 se publicó: “Flor de santidad”
una bellísima novela precedida de un soneto de Antonio Machado. El escenario es
la Galicia rural, sus gentes supersticiosas que viven en una atmósfera
legendaria y mágica. Para Sender la novela será “una de las pocas obras
maestras que contarán en este siglo”.
Etapa esperpéntica.
La visión que tiene Valle de la España
de su tiempo es cada vez más sombría y negativa y el reflejo de esta visión
está en su obra pero el cambio que va del ambiente refinado y de lujosa
voluptuosidad de las Sonatas a la mascarada grotesca de El ruedo ibérico no se hace a través de una ruptura tajante y
brusca entre un estilo y otro sino gradualmente. Incluso en las Sonatas varios
críticos han sabido ver el germen del esperpento de lo legendario se mezcla con
la violencia, la crueldad y el lenguaje desgarrado. En esta obra se desarrolla
el bárbaro proceso de degeneración de un linaje.
También La pipa de Kif, libro de dieciocho poemas aparecido en 1919, es un
precendente claro. Salinas lo califica de “preludio en verso del esperpento”.
No debemos olvidar que el esperpento
no es producto totalmente aislado. Quevedo en El Buscón sustituye el plano de la realidad por otro deformado y a
finales del siglo XIX y principios del XX se extiende por tod Europa una
corriente de esperpentismo, factor esencial del arte expresionista.
El esperpento es una deformación
grotesca de la realidad con fines expresivos (“lo ha inventado Goya”), héroes
nacionales contemplados en espejos cóncavos distorsionados sistemáticamente.
El autor ante un mundo monstruoso y
absurdo opera de forma selectiva, desintegra los hechos y ofrece al público lo
que más le escandaliza y sobrecoge. Hace una crítica demoledora del orden
establecido y el esperpento es a la vez tragedia y farsa.
El propio
Valle expuso los nuevos conceptos estéticos en tres textos sobradamente
conocidos: Max Estrella (escena XII de Luces de Bohemia), Don Estrafalario en
el prólogo y epílogo de Los cuernos de Don Friolera y la célebre entrevista al
periodista Martínez Sierra aparecida en el diario inmisericorde. Sus criaturas
no están contempladas como en el teatro de los clásicos griegos como seres
superiores ni como en las obras de Shakespeare en plano de igualdad, el
superior es el autor que mueve a sus personajes como si fueran marionetas en
una postura “de superación del dolor y de la risa”.
Respecto a la cronología del
esperpento hay que señalar 1920 como un año decisivo. Aparecen cuatro obras del
autor: una tragicomedia de aldea, Divinas palabras,( a la que dedicamos
este blog) es un esperpento rural y que está considerada obra maestra del
teatro universal; dos farsas, Farsa de la enamorada del rey y Farsa y licencia
de la reina castiza, y un esperpento, Luces de bohemia. En esta obra Valle
transforma y deforma a sus criaturas al pasarlas por el tamiz del esperpento y
transmite una imagen monstruosa de la realidad española: instituciones,
burguesía, pueblo, nada ni nadie que tuviera alguna relevancia social se salva
de la crítica. No cae en la sensiblería ni en la moraleja.
La trayectoria dramatúrgica de Valle
Inclán no sigue un proceso lineal. Entre Los
cuernos de Don Friolera (1921), alegato antimilitarista, y La hija del capitán (1927) dos esperpentos
que constituyen Las galas del triunfo el titulado Martes de carnaval. Valle Inclán
escribió Cara de Plata
Durante estos mismos años veinte
compuso en la tradición granguiñolesca autos y melodramas para marionetas: Ligazón (1926), La rosa de papel y La cabeza
del Bautista (1924) que, junto con El
embrujado reunió en su Opera omnia con el título Retablo de la avaricia, la
lujuria y la muerte.
A continuación, incluímos una línea del tiempo con todas las obras del autor:
A continuación, incluímos una línea del tiempo con todas las obras del autor:
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