Divinas palabras, subtitulada Tragicomedia de aldea es una de las obras teatrales más conocidas de Ramón María del Valle-Inclán, que fue publicada en 1919. Supone la culminación del ciclo mítico, con una estética muy esperpéntica. En la obra hay referencias a situaciones crueles pero tratadas en tono de tragicomedia. Divinas palabras pertenece al
ciclo mítico del teatro valleinclanesco.Todas las obras de
este grupo se localizan en una Galicia mítica, en las que se presenta una
sociedad arcaica y conflictos basados en la soberbia y la lujuria. Romance de
lobos y Divinas palabras son dos ejemplos claros de este grupo. La obra transcurre en un ambiente
gallego y misterioso que muestra la decadencia de una sociedad arcaica y rural.
Valle-Inclán ha creado un mundo propio que posee una acción dramática muy
novelesca y complicada y por la que pululan gran cantidad de personajes. Así,
el mundo es como un gran teatro donde el maniqueísmo se manifiesta a través de
las acciones humanas. Además, observamos que determinadas fuerzas de índole
mágico hacen acto de presencia a través de efectos escenográficos. Estos
efectos eran en la época imposibles de representar con lo que la obra quedaba
muy deslucida, pues en el teatro de Valle-Inclán la acotación tiene tanta
importancia como el propio texto dramático. Aún hoy, muchos de los efectos
especiales que ideó Valle-Inclán (adelantándose varios decenios a su tiempo)
son completamente irrepresentables. Pérez Minik dice que ‘es difícil encontrar
en todo el teatro europeo de todos los tiempos una obra más desagradable, negra
y atrevida. Tiene algo de romance de ciego, mucho de escarnio y está como
instrumentada con música de feria’. Los personajes son
símbolos que remiten a impulsos muy elementales y primarios, tales como el
deseo, la ambición, el poder o la soberbia en una realidad social concreta y
los llevan hasta límites insospechados. Uno de los críticos más serios de
nuestro país, Ruiz Ramón añade a estos comentarios que ‘la condición de
irracionalidad propia de la crueldad [que está patente] a lo largo y ancho de
toda la obra se funde en la escena final con la condición igualmente irracional
de la piedad’. Como muy bien apunta Gozalo Sobejano, ‘en Divinas palabras, la
cronología es imprecisa [y] la temporalidad, discontinua. La época en que
sucede la acción de la tragicomedia apenas aparece aludida’. Además, el espacio
de tiempo que abarca la obra es muy extenso rompiendo la unidad de tiempo del
teatro clásico.Es una obra que ya apunta lo que veremos después en Luces de
Bohemia: la animalización y posterior ‘muñecalización’ del personaje en ese
camino hacia el esperpento, uno de los mayores hallazgos literarios del siglo
XX y una de las aportaciones de la Literatura Española a la Literatura
Universal. Hemos de estar orgullosos de ello.
Las adaptaciones cinematográficas de
Valle-Inclán han solido decepcionar al considerarse que el mundo mítico del
autor, su riqueza de lenguaje, sus evocaciones, su retrato de España a través
del esperpento, su furia política, son intraducibles en el naturalismo de la
narración cinematográfica clásica.
Fragmento de la obra representada en teatro, en el momento en el que emborrachan a Laureaniño hasta que muere.
.
Fragmento de la película, en el que Mari Gaila comete el adulterio.
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